La comunidad conmemoró hoy el 101º aniversario del inicio del genocidio armenio a manos del Imperio Otomano -Día de Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos, en reconocimiento del Genocidio del Pueblo Armenio, que evoca el 24 de abril de 1915-, que cobró la vida de al menos 1.500.000 personas –incluyendo abuelos, niños y discapacitados-.
En el recinto de sesiones del Honorable Concejo Deliberante, con la presencia de su Presidente, Guillermo Sáenz Saralegui (AA), se hizo el acto oficial. Asistieron, también, los concejales Patricia Leniz, Patricia Serventich y Federico Santalla (AA); Cristina Coria y Mario Rodríguez (UCR); Santiago Bonifatti, Marcelo Fernández, Claudia Rodríguez y Héctor Rosso (AM, éste último autor de la iniciativa de reconocimiento en el HCD); Lucas Fiorini y Alejandro Carrancio (FR); Marina Santoro, Marcos Gutiérrez y Daniel Rodríguez (FpV); la directora de Derechos Humanos, Sonia Rawicki –en representación del intendente Carlos Fernando Arroyo; miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad (capitán de navío Ernesto Angel y Prefecto Rubén Núñez); en representación del obispo Monseñor Marino, el Padre Walter Pereira; integrantes de AMADI; referentes de la comunidad armenia, como Arturo Hachadurian, del Centro de Residentes Armenios de Buenos Aires, Nishan Guiridlian, de la Juventud Armenia; Juan Sarrafian, y el Presidente de la comunidad local, Jorge Topalián.
También asistieron alumnos del Instituto Ayelén y del colegio Colinas de Peralta Ramos.
En principio fue proyectado el video institucional “Historias de Abuelas. La identidad no se impone”, realizado por personal del Teatro Auditorium-Centro Provincial de las Artes. Luego, otro video sobre el genocidio armenio. Y a continuación, el Presidente del Cuerpo Legislativo, Guillermo Sáenz Saralegui, dio la bienvenida a los presentes: “No existen diferencias políticas, religiosas, culturales, sociales o ideológicas que justifiquen el aniquilamiento de un millón y medio de personas. O dos millones si consideramos otras estimaciones.
No existen diferencias que justifiquen siquiera una muerte.
Pero cuando analizamos cifras encontramos la dimensión de la atrocidad que es capaz de cometer el Hombre, muchas veces, justificándose en esas diferencias ya mencionadas.
El genocidio armenio comenzó el 24 de Abril de 1915, el día en que las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de la comunidad de armenios en Estambul.
La deportación forzosa y exterminio de un número indeterminado de civiles armenios por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio otomano, comenzó en 1915 y continuó hasta 1923.
La brutalidad en las masacres y la utilización de marchas forzadas con las deportaciones en condiciones extremas dejan ver un odio injustificable.
La República Argentina, fiel a su costumbre de mantener las puertas abiertas, se constituyó en una nación plural por el aporte de muchas comunidades de inmigrantes, muy diferentes entre sí, que trajeron su pasado, su cultura y su esfuerzo para el progreso. Y la comunidad armenia es una de esas comunidades.
Por eso, nos sentimos orgullosos de tenerlos entre nosotros porque su aporte ha sido fundamental para hacer de Mar del Plata una ciudad pujante. Y de Argentina, un país próspero con un potencial que debemos aprovechar para consolidarnos en el desarrollo de nuestras virtudes.
Desde ese Concejo Deliberante, en sintonía con el Ejecutivo, condenamos el Genocidio Armenio, al que consideramos el primer Holocausto del siglo XX. Condenamos cualquier forma de violencia. Pero respetamos en paz y con tolerancia cualquier diferencia política, social, cultural o ideológica.
Sabemos que los armenios son una comunidad pacífica, que se ha integrado plenamente a la República Argentina. Y que ha sido un motor fundamental del progreso del país. Por eso, celebramos el ejercicio de memoria que estamos haciendo en este acto e invito a sus integrantes a seguir así, fomentando el entendimiento, la paz y la prosperidad de nuestro pueblo”.
Después, el concejal Rosso, que impulsó en su momento la Ordenanza Nº 17.984/07, expresó: “Siempre se pretendió una celebración especial. La comunidad armenia en Mar del Plata es chica pero muy dinámica y presente. Se pretendió dar testimonio del genocidio, de lo que sufrieron los armenios. Todo lo que podamos hacer para que se tome conocimiento y se le dé dimensión es poco. Es destacable que potencias mundiales no lo reconozcan. Aunque Argentina fue de los primeros países en hacerlo, a través del Presidente Alfonsín. Y también fue de los primeros en establecer un acto de recordación. Es muy importante hacer estos actos. La educación también es fundamental. Que el reclamo sea al unísono y los responsables, aunque fallecidos, sean culpados. Acá también Memoria, verdad y justicia”.
Por su parte, Rawicki señaló: “Como integrante de la comunidad judía, esta situación me resulta tan familiar, con tantos puntos de coincidencia en los hechos y en los sentimientos. Una vez al año volvemos al dolor, al recordar a los familiares y las familias destruidas. Pensamos en el Por qué, en el para qué. Esto se trata de fortalecer nuestra identidad y desde esta identidad interrelacionarnos con la comunidad”.
Después, la alumna Ayelén Martínez, alumna de 5º año del Colina de Peralta Ramos, leyó un documento elaborado en esa institución: “El año pasado, en una clase de Historia, una profesora nos dijo: `Hoy veremos el tema del genocidio armenio´. En ese momento no supe a qué se refería. Está claro que era una matanza descomunal, pero no sabía nada más. El tema fue explicado como en el libro estaba. Pero nosotros tuvimos un privilegio: luego de unos meses se reincorporó nuestra profesora, Gladys Danuyian, a quien le habíamos hecho un pequeño homenaje en memoria de lo ocurrido. Ella nos contó un poco de lo que trataba y nosotros buscamos información. Este año empezó diferente, con la propuesta de ir a presenciar el acto. Ello implicó recordar qué había pasado y conocer un poco más a nuestra profe, su historia y la del pueblo armenio. Lo encontramos con nuestros compañeros no fue sólo lo que estudiamos en los libros; nos encontramos con un hecho horroroso, con la indignación de ver que existen hechos terribles en la historia, que no son recordados, con dolor, con miedo, con un pueblo que intentó ser callado, con ojos perdidos en la distancia. Este genocidio se llevó un millón y medio de personas, personas que defendían lo que tenían, lo que creían, lo que eran. Murieron por ser un pueblo. No sólo fue una matanza por un ideal de población y religión, sino que fue peor lo que se hizo para lograr lo que se quería. Secuestros, desarmes, destierro y exilio de personas, para luego a muchas de ellas secuestrarlas y asesinarlas y llevarlas a las llamadas Caravanas del Horror, dejando que muchos niños, mujeres, hombres y ancianos murieran en pleno desamparo. Existieron y existen historias de este hecho con miedo, terror, desesperación y nerviosismo, enojo entre otras emociones. Los cuales se siguen sintiendo al recordar lo sucedido. Estas historias que hoy en día son contadas. Pero, ¿para qué contarlas?, para no olvidar, para no dejar morir al pueblo, para no tirarlo al olvido. Para no lograr ese objetivo tan querido por el Imperio Otomano, para no callar, para seguir siendo escuchados, para que todos veamos que siguen en pie, pero también para que veamos la otra cara, la que Turquía quiere mostrarnos, aquella donde no tiene por qué aceptar que es un genocidio, un crimen de lesa humanidad, ya que para ellos –en forma indirecta en frases, pero sumamente directa en acciones- el pueblo armenio no es humano, haciendo quedar a Turquía en un papel deplorable y vergonzoso. Pero no sólo las historias nos obligan a no olvidar, sino que también están sus danzas y sus músicas. Aquellas que se escuchan a lo lejos, pero que también se sienten en lo más profundo, que muestran los más fieles sentimientos y emociones. Y en su única religión, que se diferencia por ser propia, completamente de ellos, con sus misas sentadas y oraciones enseñadas desde pequeños, en las escuelas. Y de grandes, se siguen practicando con la fe viva en el pecho. Los armenios no se han callado. Hasta han crecido firmemente en su cultura, en su historia. Son un ejemplo de superación, luego de una gran caída. Por eso me atrevo a decir que tuvimos un gran honor al ser invitados hoy y estar presentes, al poder conocer más a Armenia, al tener una persona cerca que no sólo nos contara de aquella catástrofe, sino que con una enorme sonrisa mostrara su cultura, su historia, su pueblo (…) No te olvides del 1.500.000 personas masacradas. No te olvides de las familias desterradas por ser cristianas. No te olvides de las mujeres, hombres y niños que vieron morir a sus hermanos asesinados. No te olvides que intentaron eliminar un pueblo de origen milenario. No te olvides de la ignorancia y el desprecio por ser de una etnia diferente (…). No te olvides que Turquía no reconoce lo sucedido y que el mismo Estado penaliza a quienes reconocen el hecho. Y que hace 101 años comenzaron el primer genocidio del siglo XX y que no lograron ni lograrán hacer callar las voces de quienes aguardan por el descanso en paz de las almas de los mártires. Yo no me olvido que Argentina fue uno de los países que recibió a las familias sobrevivientes, que vinieron aquí buscando paz y que amaron a la tierra que los cobijó”.
Luego, Topalián expresó: “Hace seis o siete años, cuando empezamos esto, éramos no más de diez o doce personas. Y hoy hay colegios y otras colectividades. Es un orgullo. Los turcos podrán negar el genocidio pero el mundo está reconociéndolo más y en más lugares. Y ellos van a estar solos y nosotros seremos muchos más. Seguiremos en la lucha por el reconocimiento”.
Después, Guiridlian expresó: “Queremos agradecer al Honorable Concejo. Cada 24 de abril, los armenios dispersos por el mundo recordamos con horror el inicio de la gran tragedia. Esa noche de 1915 fueron eliminados alrededor de 250 armenios. Eran clérigos, maestros, intelectuales y referentes sociales. Se daban los primeros pasos del plan de exterminio de los armenios. Un millón y medio de armenios fueron asesinados después de padecer tormentos inimaginables. De este modo, fue eliminada un tercio de la población armenia de Turquía, entre 1915 y 1923, donde se produjeron matanzas, deportaciones forzadas, Marchas de la Muerte, robos de identidad, violaciones de mujeres, confiscación de propiedades y profanación de iglesias, con el propósito de eliminar a la población armenia, su cultura y cualquier vestigio de su presencia en la región. Los descendientes de aquellos mártires y de los sobrevivientes no podemos permanecer callados, no sólo por el honor debido a nuestros ancestros; sino que para que el perenne recuerdo de aquel período oscuro de la historia contribuya a prevenir crímenes tan inhumanos”.
Finalmente, Sarrafian, agradeciendo la realización del acto en la casa del pueblo, en el recinto de sesiones del HCD, expresó: “Agradezco la presencia de todos ustedes porque estamos recordando a quienes debieron buscar una vida tranquila, porque su vida había dejado de ser tranquila. Nadie quiere dejar su lugar de nacimiento, hacer miles de kilómetros donde no se conoce ni la lengua, ni las costumbres. Había que salvar la vida propia, la de la familia, la de las mujeres, durante la página negra de la historia. Sólo por ocupar tierras usando como excusa que pertenecían a otra religión. Por eso debe ser aplaudida la iniciativa de traer a estos jóvenes estudiantes, que son el eco de esta iniciativa. La historia no debe permitirse que un crimen quede sin castigo, porque un crimen sin castigo tiende a repetirse. Nos tocó llegar a la Argentina, a un país que nos dio todo lo que nos fue negado en nuestro país de origen. Nosotros somos felices aquí, en la Argentina, porque lo primero que obtuvimos fue paz. Y hemos venido a desarrollarnos; no vinimos a Hacer la América; vinimos a contribuir a la sociedad ya existente, donde el esfuerzo del trabajo permitiera progresar. Hemos construido un país donde se sigue respetando al prójimo. La República Argentina es un ejemplo en el mundo”.